Obra
Ópera
Milano

Tannhäuser

Sinopsis

Versión de París

Duración aproximada:

Acto I: 1 hora y 20 min.
Acto II: 1 hora y 5 min.
Acto III: 52 min.

Acto I
Escena I
La primera escena de la ópera, que enlaza sin pausa con la obertura, se sitúa en la gruta del Venusberg (en el interior del Hörselberg de Eisenach) y constituye una delirante bacanal en donde se desarrollan los motivos musicales del Venusberg escuchados en la obertura. Se inicia con un cuadro de seducción y desenfreno erótico en el que un cortejo de bacantes incita al placer a parejas de jóvenes y ninfas. Le sigue una danza de sátiros y faunos al ritmo frenético de las castañuelas, que se unen a las bacantes y a las parejas amorosas. Tras la intervención de las tres Gracias y los cupidos, el ambiente se serena y escuchamos a lo lejos el coro de sirenas “Naht euch dem Strande” que invitan a acercarse allí para disfrutar del amor.

Escena II
La acción se sitúa en el mismo lugar; Tannhäuser se despierta bruscamente de un sueño y Venus le pregunta por sus pensamientos. El Minnesänger le confiesa que echa de menos los gozos sencillos de su vida anterior. Animado por la diosa, canta acompañado por el arpa las dos primeras estrofas del himno a Venus “Dir töne Lob”, a las que añade la petición final de que le permita marchar. Esa petición molesta a Venus que despliega sus encantos para convencerle de que se quede en “Geliebter! komm!” con un etéreo fondo de violines y flautas. Tannhäuser está decidido a irse y eleva el tono de su súplica acompañado ahora por toda la orquesta; ello provoca a Venus que profetiza encolerizada en “Zieh hin, Wahnsinniger” que si se marcha volverá a ella humillado…

Ficha Técnica

Director musical: Zubin Metha
Director de escena: Carlus Padrissa ( La Fura dels Baus)
Realización de video: Franc Aleu
Escenografía: Roland Olbeter
Vestuario: Chu Uroz

Descripción

En Tannhäuser hay también lucha entre el arte útil – academia, costumbre, consumo, compromiso de clan- y el arte visionario que solo se alimenta de su propia necesidad. Y hay igualmente la violenta confrontación entre una sociedad regulada u obediente a sus códigos, que no pueden ser transgredidos sin graves consecuencias para el cuerpo social, y el individuo que tiene que infringir las normas si quiere ser protagonista de su mismidad irrepetible.

Ángel Fernando Mayo, 1998

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