Obra
Ópera
Tokio

Turandot

Sinopsis

Con Turandot, Giacomo Puccini dejó tras de si una ópera inacabada. Se trataba de un cuento terrible, que parecía hablar del amor, aunque en realidad hablaba mucho más del poder, de la fascinación que el poder genera en quienes se atreven a mirarlo a la cara. ¿Pero qué sería de la belleza de Turandot sin la puesta en escena de la crueldad de su poder? De ahí surgió la primera idea de construir una pirámide, que pronto evolucionó hacia la de una pirámide invertida, porque transmite una sensación más oprimente: la sensación de un espacio cerrado, en el que la base, que es donde se apiña el pueblo desesperado y harapiento,  es angustiosamente estrecha; un espacio donde el poder, en lo alto, resulta tan espléndido como avasallador.

Por la retícula de escaleras que se encaraman por las paredes de la pirámide invertida ascienden quienes aspiran a acercarse al poder. En esta idea se amalgaman a la vez imágenes de Blade Runner, de las minas de oro de Serra Pelada del fotógrafo Sebastião Salgado, de las escaleras infinitas de Escher, o de las pesadillas de El Castillo o de El Proceso de Kafka. Es un universo intemporal, que tanto puede remitirnos a un pasado ignoto como a un futuro lejano, da igual si se trata de un palacio o de una nave espacial. Turandot es, sin duda, un cuento fantástico, un cuento que se atiene a una lógica distinta a la que rige el mundo real. El de Turandot es un mundo simbólico, un espacio cerrado del cual no es posible escapar.

Ficha Técnica

Compositor: Giacomo Puccini
Libreto:
 Adami, Simoni, Alfano
Dirección escénica:
 Àlex Ollé  (La Fura dels Baus)
Con la colaboración de: Susana Gomez
Escenografia: Alfons Flores
Vestuario: Lluc Castells
Iluminación: Urs Schoenebaum

Descripción

Un mundo simbólico, un espacio cerrado del cual no es posible escapar.

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