Danzantes blancos acompañan el público entre los árboles, bailan con fuerza, desprendiendo energía blanca. En el camino todo son olores, fiesta y esperanza. Llegan al llano, contentos, buscando su ángel blanco. Su Ícaro, proteico y alado. Le rinden su amor, su admiración y su esperanza. Y emprende el vuelo. Con una danza infinita e imposible que no olvidarán jamás.