De las cuatro operas que Berlioz compuso en su vida, con Benvenuto Cellini, La Fura ya habrá realizado, tres de ellas. Y ésta es, en la opinión de muchos, por su técnica de composición, la más revolucionaria de todas. La versión de La Fura, potencia las tres capas superpuestas identificadas en el libreto.
Una primera donde aparece el pueblo inmerso en pleno carnaval, con sus pulsaciones atávicas y sus poderosos rituales ancestrales. Una segunda de intriga amorosa. Y, la tercera, donde aparece la autobiografía de Benvenuto Cellini: la primera vez que un artista escribió de su propia mano su propia vida. En su libro titulado Vida, se habla de sus experiencias con artistas florentinos como Leonardo, Miquel Angel y Piero Torrigiani. También de los grandes mecenas para los que trabajó: la familia Médici, Francisco I de Francia, los papas Clemente VII, Pablo III y personas muy importantes dentro del poder económico, religioso y mediático de la época renacentista.
La malvada lengua embustera de un pésimo adversario mío, consiguió fácilmente hacer enojar vuestra santidad.
El brillante hombre renacentista Benvenuto Cellini se encuentra en el centro de esta obra, con la que el drama está presente sobre el escenario, impresionante ante el público. El compositor Berlioz descubrió, a partir de la lectura de los apuntes autobiográficos de Cellini -el genial orfebre y escultor del siglo XVI-, el antecesor espiritual de sí mismo, viéndose también como un espíritu pionero. Siguiéndolo, pagó un tributo elevado, pero mientras viviera no quería dejar perder las esperanzas.
La obra se estrenó por primera vez en París en 1838. Ahora llega la versión pasada por la óptica de La Fura dels Baus, con la dirección escénica de Carlus Padrisa. Franz List ideó la exitosa partitura a partir de la unión de Ziselierarbeiten y la obra escultórica original.
El punto álgido del dramatismo llegará al estudio de Cellini, cuando el escultor será obligado por el papa Clemens a realizar la estatua de Perseus en un solo día. No sólo la reputación laboral y la felicidad al lado de la Teresa- hija de su peor contrincante, el tesorero Balducci-, estará en juego en esta operación suicida artística, sino también su cabeza. Esta obra será la culminación de las anteriores para que Cellini pueda salir de la inestabilidad económica, mientras que las otras podrían terminar en el horno, ya que no las podrá vender.