Àlex Ollé estrena su propia versión de la ópera ‘Carmen’ de Bizet regresa en Japón, específicamente al New National Theatre de Tokio, y con dirección operística de Kazushi Ono, actual titular de la OBC. Entre los días 3 y 19 de julio se ofrecerán seis funciones de una nueva producción que el regista ha preparado junto a sus colaboradores habituales, el escenógrafo Alfons Flores y el diseñador de vestuario Lluc Castells, con la iluminación de Marco Filibeck. Se pueden adquirir entradas y consultar horarios a través de este enlace.
Carmen es un símbolo de valentía y libertad. Un mito que sigue en lo más alto del imaginario colectivo –nacional e internacional– desde que Merimée publicó su novela y Bizet estrenó su ópera. Un mito que ha sobrevivido al teatro, el cine, la danza, la música, la pintura, a todas las formas de arte. Si bien hoy la tragedia de Carmen aparecería en las noticias como un caso más de violencia de género, lo que perdura son las pulsiones que la mueven, su deseo de libertad, el libre trato con los hombres, la igualdad, la voluntad de elegir por sí misma, de decidir su destino. Carmen es dueña de sí misma, no hay hombre que la doblegue. Su impulso vital es el mismo que hoy mueve a muchas mujeres que siguen reclamando lo mismo por lo que Carmen muere. Carmen es fuerza, alegría, valentía, capacidad de transgresión, es símbolo de libertad.
Carmen, leída así, es una historia atemporal que puede representar algunos de los derechos que las mujeres han ido alcanzando a lo largo de los últimos dos siglos. Ollé profundiza en el perfil del personaje: en la obra de Merimée, Carmen aparece en un mundo de cigarreras, gitanos, toreros, bandoleros, la bohemia andaluza, los ambientes del arte flamenco. Hoy podría ser una cantante conocida de las que actúan en grandes conciertos ante grandes audiencias: el alma de artista de la gitana marca un perfil concreto del personaje vinculada al mundo de la noche y del espectáculo. Para esta nueva propuesta teatral Ollé se ha inspirado en la talentosa y prematuramente desaparecida cantante Amy Winehouse: es el recorrido de ascenso y caída de una chica joven, decidida, temperamental, que acaba siendo arrastrada por la presión de su entorno más próximo con la consecuencia, igual que Carmen, de un final trágico. Ollé convierte Carmen en un referente estético y visual que permite identificarla con un personaje real, alguien conocido, próximo y comprensible, para que el público pueda sentir empatía hacia ella. Es a partir de esta conjunción de ideas de donde emerge el planteamiento escénico, una escenografía construida con estructuras tubulares propias de cualquier escenario de rock. Porque en su Carmen la protagonista es una cantante de una banda de moda.